La automedicación durante el embarazo
Ni que decir tiene que la automedicación es una práctica de las más nocivas a las que nos enfrentamos cada día aunque, contrariamente a la razón, es de las más usadas en la sociedad actual. Por comodidad, exceso de confianza o fiabilidad en las opiniones ajenas, lo cierto es que ponemos en peligro nuestra salud ante la ingesta de productos químicos que pueden ser incompatibles con nuestro equilibrio natural. Además si esta práctica, en condiciones ‘normales’ es peligrosa, mucho más resulta cuando nos encontramos embarazadas.
Lo primero que debemos saber es que siempre, y sin ningún tipo de excepción, hay que consultar al médico sobre los medicamentos que nos están permitidos durante la época de gestación. No hay que olvidar que los medicamentos ofrecen efectos directos en nuestro organismo y pueden provocar alteraciones y malformaciones muy graves en la salud de nuestro bebé.
Las sustancias medicinales traspasan la placenta con total facilidad, mucho más al final de embarazo cuyo grosor es mínimo, y van directamente al hacia el cerebro fetal y otros órganos que, por su inmadurez, son incapaces de eliminar estas sustancias. El daño y la toxicidad generada irá unido a la frecuencia y cantidad que se ingiere a lo largo de la gestación. Por eso es importante tener en cuenta tres aspectos fundamentales: primero es ser consciente que no podemos consumir estos remedios durante un largo periodo de tiempo, siendo la dosis, siempre, la mínima; segundo, es asegurarse que no son nocivos y dan el resultado necesitado y el tercer aspecto consiste en informarse debidamente de las sustancias que lo componen y valorar el beneficio-riesgo que nos ofrece.
En contra de lo que podamos pensar, existen medicamentos de uso común que resultan totalmente incompatibles con el embarazo. Aquí os dejamos algunos ejemplos:
- El jarabe para la tos suele llevar yoduro potásico, lo que puede causar hipotiroidismo en el feto.
- Los laxantes producen irritación en la mucosa intestinal y, por lo tanto, conlleva a una deficiente absorción intestinal de las vitaminas.
- Las aspirinas y derivados pueden traspasar la placenta provocando toxicidad cardiopulmonar y renal al bebé. El médico nos indicará, seguramente, tomar paracetamol.
- Las gotas nasales provocan la elevación de la tensión arterial en la madre, así que mejor sustituirlas por suero fisiológico.
- Si padecemos de ansiedad o insomnio, nada de ansiolíticos o barbitúricos que pueden provocar hemorragias en el feto, lo mejor es la tila o la leche caliente.
- Las vacunas a base de virus vivos o atenuados están contraindicadas, sólo se puede aplicar la del tétanos.
- Los antibióticos pueden consumirse pero no aquellos derivados de las ciclinas.
Quizás la mejor opción sea recurrir a las medicinas alternativas como la homeopatía, acupuntura, osteopatía o fitoterapia. De esta forma evitaremos todos los riesgos que se puedan ocasionar en la salud de nuestro bebé y en la nuestra propia.
Vía | ABC pedia
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