Aprender a contar chistes cortos: 6 beneficios para niños
Un chiste es un elemento que puede amenizar ocasiones muy especiales, por ello, también aporta diversión durante la Navidad. Existen chistes que son más elaborados y requieren de un desarrollo más largo en su puesta en escena. Los chistes cortos, por el contrario, son breves, dinámicos y sencillos. Por ello, poseen el formato ideal para que los niños empiecen a desarrollar sus habilidades como contadores de chistes.
1. Mejora la comprensión de los giros del lenguaje cómico
La comprensión del lenguaje mejora a través de diferentes experiencias como la lectura, pero, en relación con la perspectiva cómica y la intención de un chiste, aprender a contar una historia divertida aporta una mayor atención hacia los giros del lenguaje y los juegos de palabras.
2. Expresión corporal
Las personas que brillan por su capacidad para contar chistes de forma memorable no solo transmiten su entusiasmo mediante el tono y el ritmo de las palabras. El lenguaje corporal se convierte en el aliado definitivo para representar una anécdota de forma divertida. De esta forma, cuando los niños aprenden a contar chistes cortos, también desarrollan su expresividad a través del cuerpo. Los gestos, las posturas, las miradas o los movimientos de las manos reflejan el poder del lenguaje corporal.
3. Una forma de interacción
El chiste busca el encuentro con el otro. Es decir, facilita la interacción con amigos o familia a través del sentido del humor. El niño toma la iniciativa para ofrecer un momento de diversión del que es partícipe el interlocutor.
4. Memorización
Los chistes cortos poseen un esquema breve que facilita la memorización de una idea. Sin embargo, un mismo chiste es único en sí mismo porque cada vez que se cuenta presenta algún matiz diferente. La memorización de una información refuerza la autoconfianza del niño cuando comparte sus primeros chistes cortos en casa o en la escuela.
Experiencia divertida para aprender a hablar en público
Hablar en público es una experiencia necesaria incluso en el plano académico. Un examen oral es un buen ejemplo de lo que implica ese momento. Sin embargo, hablar en público es una experiencia que también puede producir cierto temor a lo desconocido. ¿Cómo encontrar una fórmula divertida para desarrollar habilidades clave para hablar en público? Contar chistes cortos es un recurso práctico.
6. Risa contagiosa
Un buen chiste encuentra el refugio perfecto en el grupo familiar o de amigos. Y es que, adquiere su sentido pleno en el encuentro con el otro. De este modo, surge el efecto de una risa contagiosa que se retroalimenta porque, así como el peso de la tristeza es más llevadero cuando se alivia a través del apoyo de seres cercanos, la fuerza del sentido del humor se multiplica en la interacción con los otros.
Finalmente, así como es posible que un cuento pase de una generación a otra, los chistes cortos, aquellos que son el reflejo de un humor blanco, también pueden compartirse entre padres e hijos. Mejoran el sentido del humor, la resiliencia, el bienestar y la conexión plena con el presente.
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