El agua, única bebida de los niños
A medida que nuestro bebé va creciendo y, sobre todo, con la introducción de nuevos alimentos en su dieta, su organismo necesita de una hidratación extra que sólo se la dan los líquidos. Hasta el año, más o menos, el aporte de líquido necesario se lo da la leche materna, con lo cual, salvo en época de excesivo calor, su cuerpo se encuentra debidamente hidratado.
Pero es a partir del año cuando debemos introducir el agua en la dieta de nuestro pequeño (eso si ya no lo hemos hecho con anterioridad pues, como en todo, cada niño es un mundo). Desde los doce meses hasta los cuatro años, aproximadamente, nuestros hijos deben beber una cantidad de cinco vasos al día, incluyendo los que aportan la leche.
Son muchas las familias que, si bien no evitan el líquido elemento, sí abusan de los zumos, por ejemplo, creyendo que además del aporte líquido les están alimentando mejor. Nada más lejos de la realidad, los zumos de frutas son sanos, sobre todo, si están hechos en casa, pero como todo, hay que tomarlos de forma equilibrada y con moderación, ya que su exceso favorece a la obesidad y provoca diarrea.
Para que nuestro niño beba agua, lo primero que debemos hacer es ofrecérsela en las comidas y estar muy atentos siempre, fuera de ellas, al más mínimo síntoma de que pueda necesitar hidratarse. También tenemos que tener en cuenta que si la pide es porque la necesita, por lo tanto no hay que obligarle a tomarla si el pequeño no tiene sed.
Como siempre, predicar con el ejemplo va a ser nuestra mejor garantía de que nuestro niño crezca de forma saludable y equilibrada. Resulta bastante triste ver como criaturas pequeñas, pero muy pequeñas, son animadas a consumir otro tipo de bebidas, sobre todo aquellas que contienen gas o sustancias altamente perjudiciales para su salud. No hay que olvidar que el agua es el único líquido que, realmente, nos quita la sed.
Vía | Ser Padres