Adultocentrismo: ¿Qué es y de qué forma afecta a los niños?

Adultocentrismo: ¿Qué es y de qué forma afecta a los niños?

Escrito por: Maite Nicuesa    30 octubre 2021    3 minutos

El adultocentrismo es un término que, aunque no sea universalmente conocido por todos, sí es fácilmente reconocible en situaciones cotidianas

La edad es un dato cambiante que acompaña al ser humano a lo largo de su existencia. Un dato que hace referencia a la etapa en la que se encuentra el sujeto. Y, sin embargo, existen prejuicios asociados a la edad que adquieren formas diferentes en la sociedad actual. Una de las más conocidas es el edadismo.

Un fenómeno que muestra una imagen distorsionada y negativa del propio proceso de envejecimiento. Pues bien, el adultocentrismo también pone de manifiesto un tipo de prejuicio que existe, aunque a veces pase desapercibido.


Adultocentrismo

Cuando no se respetan plenamente los derechos del niño

Desde este punto de vista, la realidad gira en torno al adulto que, desde su prisma, concede más importancia a sus ideas, opiniones y reflexiones que a las del niño. De este modo, se establece una posición de superioridad desde la que, en ocasiones, se infravalora la perspectiva infantil como si su mirada fuese menos significativa.

Padres y madres, como adultos responsables, desarrollan competencias importantes en su labor de educadores y cuidadores. Poseen una experiencia de vida que ha propiciado un aprendizaje, una evolución y una superación. Una transformación que el propio niño va a vivir de un modo potencial en el futuro. El adultocentrismo no defiende los derechos de los niños sino que los vulnera. Es importante que el niño tenga un espacio real en la vida cotidiana de la familia. Es esencial que su voz sea escuchada puesto que, aunque necesite del acompañamiento de sus padres, es un ser único que protagoniza su propia vida.

Que Es Adultocentrismo

Cuando no se tiene en cuenta la opinión del niño en cuestiones sencillas que le implican directamente

Algunos de los mensajes, consejos, indicaciones y sugerencias que reciben los niños en distintos momentos ponen de manifiesto el adultocentrismo.

Así lo ejemplifican aquellas expresiones que cortan el diálogo, muestran poca empatía con el interlocutor y no alimentan la curiosidad infantil. Desde la perspectiva del adultocentrismo, el padre o la madre son poseedores de una experiencia que es sinónimo de sabiduría. Por el contrario, se percibe al niño como alguien que no está preparado para opinar sobre una cuestión en la que el adulto dicta su voluntad.

Desde este punto de vista, no existe un verdadero acompañamiento emocional y una conexión con el hijo, sino que se producen situaciones cuyo desenlace está alineado con mensajes conocidos por todos. «Porque lo digo yo», es una afirmación que se enmarca en este contexto (una justificación no razonada que puede integrarse en multitud de escenas diferentes). También es posible ignorar una pregunta, haciendo alusión, nuevamente, a la madurez. «Lo entenderás cuando seas mayor» es otro mensaje que, cuando se utiliza con frecuencia, no fortalece la comunicación.

El adultocentrismo da lugar a una forma de educar que no está acompañada por la inteligencia emocional que se expresa a través de la escucha, la asertividad, la comprensión, el respeto y la amabilidad.

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