Acoso escolar en verano: cómo afecta al niño más allá del aula
El final de curso puede suponer una liberación emocional y un descanso anímico en situaciones de acoso escolar que afectan directamente al bienestar de la víctima. La llegada del verano puede suponer una reducción significativa en el nivel de exposición a situaciones de riesgo.
Sin embargo, la llegada de las vacaciones no implica el final definitivo de las acciones que sostienen una situación de acoso. De hecho, la realidad que vive el niño en el aula le sigue condicionando en la forma de afrontar sus relaciones durante el verano.
La presencia del acoso más allá del aula
Por ejemplo, el niño evitará el encuentro con algunas personas y es probable que prefiera no asistir a esos lugares en los que sabe que puede encontrarse con compañeros de clase que le recuerdan la realidad que vive en el aula. Además, también es muy posible que el niño pueda coincidir con gente del colegio en otros espacios estivales: piscinas, campamentos, eventos al aire libre, encuentros inesperados en la calle… Aunque cambie la forma de ejercer el acoso o el entorno en el que se lleva a cabo, este no desaparece de manera inmediata con el inicio de las vacaciones. Aunque las circunstancias sean diferentes, la transformación de la vida del niño requiere de cambios más profundos. El encuentro con quienes ejercen el acoso se produce con mayor frecuencia en pueblos y entornos pequeños.
Sin embargo, el acoso escolar se prolonga más allá del aula porque, actualmente, también encuentra otros canales para extender su huella. Canales que tienen el poder de materializarse más allá de la interacción directa que se produce de manera presencial.
El contacto con la familia aporta una sensación de protección y seguridad
El acoso escolar tampoco desaparece de la memoria ni de la atención de la víctima. En este caso, las vacaciones pueden convertirse en una liberación, sin embargo, el descanso no es eterno y el retorno a las aulas se produce en algún momento. Por ello, el final de las vacaciones puede ser tan complejo desde el punto de vista anímico en este contexto. Aunque el verano también ofrece un espacio en el que el niño tiene la oportunidad de interactuar con otros entornos y vivir nuevas experiencias que pueden fortalecer su autoestima.
Además, aquellas personas, grupos y espacios que se asocian con las situaciones de acoso, se perciben como una amenaza directa. También hay otros entornos más amables y personas que simbolizan la seguridad y la confianza. Con frecuencia, la familia desempeña este importante papel durante las vacaciones de verano. Pero también es recomendable que el niño se relacione con personas que están en su misma etapa vital.
Aquellas familias que han vivido de cerca el impacto del acoso escolar durante el curso, también pueden profundizar en el autocuidado personal y común durante el verano para descansar, alimentar el optimismo y recuperar energía.
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