El abuso económico de muchos colegios
Esta vuelta al cole está siendo especialmente dura para muchos padres ya que la crisis económica está obligando a mirar cada euro que se gasta. Con este panorama, los colegios, lejos de ser comprensivos y contribuir a este ajuste en los bolsillos familiares, imponen determinadas medidas que no tienen ninguna justificación nada más que sangrar más la economía familiar en beneficio de la suya.
Y lo digo porque cada vez más colegios ya no sólo se conforman con imponer el uniforme y los libros que los niños tienen que utilizar cada curso. No. También restringen el sitio en el que se tienen que comprar cada cosa, por tanto, el precio de los mismos, además de exigir un exagerado y muy determinado material escolar.
Los padres se han encontrado con la desagradable noticia de que sólo pueden adquirir el uniforme del colegio, bien en la propia escuela o en una tienda asignada al efecto. ¿Qué sentido tiene? Pues el de poder imponer un precio establecido que suele ser bastante alto tras haber pactado con el comercio el margen de beneficio.
Además del uniforme, también hay que comprar el chándal, incluso para los niños de tres años que no tienen la asignatura de gimnasia como tal, sino que tienen una hora a la semana de psicomotricidad. Quizá si lo compramos lo suficientemente holgadito y el niño no crece demasiado lo puede valer para el año que viene, pensarán muchos padres.
Como decía al principio, no hay que limitarse sólo a las prendas de vestir, sino que también hay otro montante económico que se ha de invertir en los libros escolares. Una media de 120 euros, por ejemplo, en lo que se refiere a educación infantil. Y el material escolar son otros tantos euros.
Y es que si vieran las listas de los artículos que tienen que llevar algunos niños se asustarían. Varias cajas de pinturas de tal marca, con tal distintivo, de este grosor y con aquella referencia. Como muchos estarán imaginando es la más difícil de encontrar en el mercado, por lo que la mayoría de los padres optan por comprarlo en el propio cole o en la librería con la que los responsables de las clases hayan llegado a un acuerdo para hacer su agosto. Sin olvidar, según me explicó un padre el otro día, que durante el curso siguen pidiendo más cosas (dinero extra, material, disfraces…).
¿Tienen derecho los colegios ha imponer todo este tipo de compras en su propio beneficio o deberían ser más flexibles siempre y cuando se cumplieran unas normas generales. ¿Prima la educación o el lucro?
Foto | araquebelagua en Flickr
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