Abrazos: 5 consejos para ser más cariñoso con tu hijo
La evolución en la relación entre padres e hijos también se muestra, en el paso de la infancia a la adolescencia, en cómo cambian las demostraciones de afecto. En ocasiones, los adolescentes parecen sentirse menos receptivos ante la experiencia de ser abrazados por sus padres, sin embargo, también necesitan experimentar ese vínculo de pertenencia. ¿Cómo ser más cariñoso con tu hijo más allá de la edad que tenga en este momento?
1. Reflexiona sobre la crianza que recibiste y el clima emocional en el que creciste
Las expresiones de afecto hacia los hijos pueden estar condicionadas por la propia huella de la crianza recibida en la infancia y la influencia de las figuras cercanas, como ejemplo de inteligencia emocional. ¿Creciste en un entorno cálido o rígido a nivel emocional? Intenta que el pasado no se convierta en una cadena que limita tu capacidad de expresarte de forma auténtica. Toma conciencia de qué cambios deseas aplicar más allá de aquello que te resulta más conocido en tu propia historia de vida.
2. Aprende a pedir abrazos: el poder de sentirte abrazado por tu hijo
El deseo de ser abrazado puede vivirse como una caricia emocional, es decir, como una verdadera necesidad a nivel personal. Y, sin embargo, hay muchos abrazos entre padres e hijos, así como en otros lazos afectivos, que quedan pendientes. Hay un gesto asertivo que puede marcar un cambio al respecto: aprende a pedir un abrazo cuando lo necesites de forma sincera, abierta, libre y espontánea.
3. Abrazos duraderos
No todos los abrazos te hacen sentir del mismo modo a ti o a tus hijos. Sin duda, cada gesto de conexión es único. Pero hay un dato que incide en la transmisión de un mensaje emocional a través del contacto cercano: la duración del abrazo marca la diferencia.
4. Respetar el espacio, el momento y las circunstancias
Un abrazo es positivo, pero no debe transformarse en una obligación. Un abrazo fluye con más naturalidad cuando encuentra su momento y su espacio. Es decir, cuando no se convierte en un imperativo inamovible. Y es que, hay momentos y situaciones en que no se crean las condiciones más adecuadas para abrazar o ser abrazado. Por ejemplo, durante un enfado, puede ocurrir que una persona no se muestre receptiva hasta que se calme. Además, lo importante no es el número de abrazos analizado desde una perspectiva general, porque cada hijo es distinto en su modo de ser.
5. Comienza por abrazar y mimar a tu niño interior
¿Cómo ser cariñoso con tu hijo si a nivel interno no lo eres contigo? ¿Cómo ser generoso a nivel emocional con tu hijo si no te das la amabilidad que mereces a ti mismo? Hay heridas de la infancia que perduran en padres y madres, heridas y vacíos relacionados con las carencias afectivas, que derivan en creencias que dañan la autoestima. ¿Cómo sanar esas heridas? Además de buscar ayuda, abraza tu esencia de forma consciente y nutre a tu niño interior.
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