5 errores que cometen los abuelos en la crianza de los nietos
El papel de los abuelos en la crianza y educación de los nietos es muy positivo. Su cercanía es nutritiva para los niños. Del mismo modo, su presencia supone un importante apoyo emocional y cuidado para los padres. El nacimiento de un bebé produce cambios en la vida de pareja, pero las novedades también se extienden al entorno familiar.
Los abuelos primerizos adoptan un nuevo papel y necesitan adaptarse a los cambios. La comunicación, como ocurre en tantos momentos de la historia familiar, es positiva para todos. ¿Qué errores pueden cometer los abuelos, más allá de su dedicación y buena intención, en relación con la crianza y la educación?
1. Dar indicaciones constantemente a los padres
El sentido de un consejo puntual cambia cuando ese tipo de información se repite de forma habitual. Desde su posición tiene una larga trayectoria vital y una valiosa experiencia. Posee recursos muy importantes.
Sin embargo, los consejos constantes tienden a generar una distancia. Es decir, producen cierto rechazo cuando incomodan a quien los recibe. En este caso, padres y madres que ahora se encuentran en el momento de crear su propia historia. Las diferentes perspectivas pueden ser complementarias.
2. Contradecir el criterio de los padres en puntos importantes
La relación con los nietos es única e irrepetible. Pero el vínculo se enmarca en un contexto. Un escenario familiar que se alinea con los valores y estilo de crianza elegido por los padres.
Este enfoque puede no coincidir con el modo en el que los abuelos educaron a sus hijos en el pasado. Pero ese hecho no debe convertirse en una razón para contradecir su criterio delante del niño en aspectos que son esenciales para los progenitores.
3. No establecer sus propios límites y normas en relación con su tiempo
Con frecuencia, el papel de los abuelos en la educación de los nietos destaca por la cercanía, la generosidad emocional y el amor incondicional. Disfrutan de la compañía de los nietos, sin sentir el grado de responsabilidad que es inherente a la paternidad o la maternidad.
Pero es recomendable no establecer supuestos e hipótesis en torno a cuál es el nivel de dedicación ideal. Cada persona, desde su propio rol, puede tomar decisiones conscientes para integrar esta faceta en un estilo de vida que también incluye otras prioridades.
4. No aclarar un conflicto o una situación incómoda
El nacimiento de un bebé produce cambios en la pareja y en la familia. Pueden surgir algunas dificultades entre diferentes roles que merecen darse la oportunidad de colaborar y superar los errores con comprensión y empatía. Sin embargo, los obstáculos también se agravan cuando se crean silencios e incomunicación en torno a un asunto. Cuando eso sucede, el desencanto puede llegar a acumularse en exceso. Y el enfado en padres o abuelos se expresa y se exterioriza ante el menor inconveniente.
En ese caso, no existe una relación de proporción entre el hecho en sí mismo y la respuesta emocional. El contexto se clarifica cuando se pone en perspectiva las emociones desagradables que la persona ha acumulado en su interior.
5. Perder la perspectiva de la distancia generacional
El análisis de una situación no solo puede orientarse hacia la búsqueda de datos objetivos sobre educación o crianza. La distancia generacional que, resulta tan enriquecedora en el ámbito familiar, también puede convertirse en un límite cuando se crean prejuicios y creencias negativas en torno al modo de actuar de los padres (un error que también pueden cometer estos últimos con los abuelos).
Generalmente, el papel de los abuelos en la familia es esencial. Pero el rol de los abuelos, al igual que el de los propios progenitores, también tiene un aprendizaje inherente.
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