10 reflexiones sobre los deberes en las vacaciones de verano
Hacer deberes durante las vacaciones de verano es un objetivo educativo que presenta opiniones diferentes. En El Blog Infantil compartimos diez reflexiones al respecto.
1. Hay tiempo para todo
Y los deberes pueden ocupar un espacio mínimo en comparación con otras rutinas de ocio, descanso y diversión que merecen un mayor protagonismo durante las vacaciones de verano.
2. El aprendizaje también puede ser divertido
En ocasiones, el concepto suele percibirse desde la perspectiva de la obligación o la rutina académica. Sin embargo, el aprendizaje estival también puede ser muy divertido como muestran las dinámicas y actividades que entretienen y enseñan lecciones prácticas.
3. ¿Cuál es el objetivo educativo o la finalidad de los deberes?
Por otra parte, la presencia o la ausencia de deberes en las vacaciones escolares de los niños no gira en torno a las tareas en sí mismas, sino a la finalidad de cada planteamiento. Es decir, cada alternativa se alinea con una prioridad específica. Por ejemplo, quienes ponen el acento en los beneficios de la realización de deberes estivales, consideran que alimentan la concentración, el repaso, la responsabilidad y el mantenimiento de una rutina. La otra alternativa, por el contrario, reivindica la necesidad de descanso como parte esencial en el bienestar de alumnos que han completado un curso exigente.
4. Todo o nada: dos términos que pueden encontrar un punto intermedio
La reflexión en torno a los deberes parece concluir, en ocasiones, a partir de términos absolutos como sí o no, todo o nada, siempre o nunca. Conclusiones que también pueden enriquecerse con la búsqueda de un punto intermedio.
5. No hay que perder de vista el contexto: el verano y el inicio del próximo curso
El verano, aunque parece especialmente largo cuando se percibe en la etapa inicial, es un periodo breve del calendario. El aprendizaje esencial no se olvida durante una estación que representa una transición hacia un cambio de curso. Los deberes pueden fomentar el repaso o la preparación para la nueva etapa. Pero la ausencia de tareas no tiene por qué implicar una desventaja puesto que la propia organización del calendario facilita la adaptación al cambio en cada momento de la vida escolar.
6. Cuando los deberes se convierten en un tema familiar la situación se complica
Las dificultades en torno a los deberes también pueden partir del propio planteamiento en el que ha derivado la forma de afrontar las tareas escolares en algunas casas. A veces, las actividades recomendadas se convierten en un asunto en el que intervienen desde la sobreprotección otros miembros de la familia. La visión se simplifica cuando es el niño quien afronta esa responsabilidad.
7. Los espacios de aprendizaje infantil van más allá del aula
Los espacios de aprendizaje no se limitan al aula. Por tanto, más allá de la etiqueta específica del término «deberes», existen muchas actividades educativas que sí merecen un espacio en la rutina estival como, por ejemplo, la lectura recreativa o la visita a museos.
8. El nivel educativo, la edad del alumno y las circunstancias concretas del estudiante
La reflexión en torno a los deberes escolares también puede acotarse a un contexto específico que gira en torno a las circunstancias concretas del alumno en función del nivel en el que se encuentra y la evolución del curso que ha finalizado.
9. Los deberes no se ajustan a la rutina de un viaje, pero quizá puedan integrarse en otros periodos
Las vacaciones de verano son largas. Durante los meses de julio y agosto, las familias pueden vivir experiencias diferentes, cambios de escenario y diversas rutinas. Mientras que los deberes no se ajustan al contexto de la programación de un viaje o al momento en el que la familia recibe la visita de otros seres queridos en casa, sí pueden tener espacio en otras jornadas que transcurren en el hogar sin grandes novedades.
10. Cambia la propia dinámica de los deberes
Cada familia y cada educador puede tener su propio criterio sobre la conveniencia de hacer deberes en las vacaciones de verano o, por el contrario, de evitar las tareas sobre diferentes asignaturas. En cualquier caso, conviene indicar que los ejercicios realizados en este periodo se desarrollan en un marco diferente al curso. Por ejemplo, el nivel de exigencia es menor y el contexto es más flexible. El niño sabe que al día siguiente no tiene que asistir a clase y, en consecuencia, el profesor no corrige los errores cometidos.
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