¡Qué poca tripa tienes!
Ya está bien, se acabó. Ayer me lo volvieron a decir. Estoy de 35 semanas, ocho meses, y aunque yo me veo una tripa considerable y las ecografías dicen que el tamaño del bebé es adecuado al igual que la cantidad de líquido amniótico, mis conocidos se empeñan en decir que no tengo mucha tripa para estar de tanto tiempo.
Así que me rebelo. No todas las tripas son iguales, porque no todas las mujeres lo somos y no todos los embarazos lo son. En las primerizas la tripa acostumbra a tardar más en notarse, mientras que las que ya tienen hijos en sus embarazos posteriores suele verse antes y ser más voluminosa. En realidad, el tamaño dependerá de varios factores.
Llevo escuchando desde el principio que tengo poca tripa, que no se me nota y con lo aprensiva que soy, ya me estaba imaginando que en vez de un bebé, iba a tener un guisantillo. Menos mal que me voy relajando con cada ecografía, porque si no, mi cabeza iba a estar centrifugando más de lo necesario.
El volumen de la tripa como comentaba tiene que ver con muchas cosas. Para empezar, la posición del bebé y su tamaño, el tipo de placenta, o el volumen de líquido amniótico (según parece es normal cuando hay de medio a 2 litros, por debajo se le denomina oligoamnios y, por encima, hidramnios).
A esto se añaden las propias características físicas de la madre. Si es alta y ancha de caderas dicen que se nota menos, mientras que si es de poca estatura y es más delgada parecerá que tiene más. También dependerá de la columna vertebral (si está más o menos curvada) o de si la embarazada cuenta con más o menos grasa en su abdomen.
Así que yo ya me estoy aplicando el cuento y voy a empezar a no hacer caso, además,… si tengo poca tripa, ¿será más fácil la recuperación, no?