Las relaciones sociales en la infancia
El ser humano es individual. Así lo comprueba cualquier madre al tener a su bebé en brazos al nacer. Sin embargo, la persona también es social. De este modo, cuando los niños tienen tres años de edad, tienen una auténtica necesidad a la hora de relacionarse con los demás. A través de la relación los niños viven emociones, tienen nuevas experiencias, se sienten acompañados, aprenden y descubren el mundo que les rodea. Las figuras de referencia para los niños son los padres.
Por ello, en el seno del hogar, el peque tiene relaciones muy importantes. Por una parte, con sus progenitores, y por otra, con sus hermanos. En este sentido, los juegos son una forma de relación excelente en esa etapa. Del mismo modo, algunos hermanos también comparten habitación infantil. Por tanto, aprenden a ceder y a compartir el espacio.
Por supuesto, los niños también tienen otros medios de relación. De hecho, con total naturalidad pueden comenzar a hablar con otros niños en el parque. Superan su timidez, ponen en práctica sus habilidades sociales y descubren que la vida es mejor cuando se comparte. Por ello, para cualquier niño es todo un reto, difícil y gratificante al mismo tiempo, aprender a compartir sus juguetes.
La escuela no sólo es un entorno educativo para el peque en su proceso de crecimiento sino también, un medio que aporta al niño el bienestar emocional que necesita para poder desarrollarse de una forma plena con otros compañeros de clase. De hecho, muchas de las amistades que tiene el niño surgen precisamente, del trato diario en el colegio. Por otra parte, los adultos también pueden ser conscientes de que el patrón de relación que adopta un hijo surge a raíz de la imitación de aquello que ve en sus padres. Por ello, como adultos, es bueno crear relaciones gratificantes, evitar los lazos tóxicos, ser honesto con los amigos.
Los amigos ayudan a combatir el aburrimiento y existen momentos inolvidables para los niños que festejan en común con otros niños. Por ejemplo, la fiesta de cumpleaños. Es normal que el niño empiece a tener afinidad por unas personas en vez de por otras, desde la más tierna infancia. También es habitual que cambie de opinión, es decir, que de pronto pueda dejar de relacionarse tanto como antes con un amigo cercano. La novedad atrae mucho a los niños.
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Foto | Thriving Student