El peluquero que se adaptó a su pequeño cliente autista
La reacción de los niños cuando les llevamos las primeras veces a la peluquería varía, según el pequeño, entre la aceptación natural y el terror que llega incluso a impedir que les puedan cortar el pelo. Son muchos los niños que no se dejan, que tienen miedo de las tijeras, la máquina o simplemente no saben que no duele. Hablar con ellos, enseñarles como nos lo hacen primero a nosotros y, sobre todo un peluquero paciente y con mano para los niños, serán la clave para lograr que salgan sin greñas de la peluquería.
Pero el caso de Mason era un poco más difícil porque tiene un trastorno del espectro autista. Los intentos de su peluquero, James Williams, por acercarse a él no daban fruto. James no podía ni rozar las orejas del pequeño que se ponía muy nervioso. Durante meses los padres llevaron al niño a la peluquería y cada vez James probaba un método nuevo, sin éxito. Hasta que decidió observar al niño y ponerse literalmente a su altura.
James comprobó que a Mason le gustaba mucho estar en el suelo mientras jugaba con el teléfono de su padre. Silenció la peluquería y se tumbó a su lado. Así se obró el milagro y Mason dejó hacer al peluquero sin inmutarse, incluso pudo arreglarle la zona alrededor de las orejas. El gesto tuvo un gran premio, cuando James terminó y le pidió a Mason que chocara los cinco, el pequeño le respondió con un gran abrazo.
Imagino la emoción de los padres al encontrar a alguien que mostró tanto cariño y empatía hacia su hijo. Fue mucho más allá de su profesión y todos deberíamos aprender de él. No digo que los peluqueros deban tirarse al suelo, pero con demasiada frecuencia queremos que los niños, con o sin autismo, se adapten a nosotros y sin embargo es mucho más efectivo ponernos nosotros a su nivel.
Mi más sincero respeto por James Williams, como profesional y sobre todo, como persona.
Vía | Huffington Post
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