Mi hijo no quiere dormir la siesta
Hasta que alcanzan los tres años de edad la siesta puede convertirse en algo necesario, así podrán ‘administrar’ la energía durante todo el día. Cuando ya tienen cuatro o cinco años es normal que los pequeños abandonen la costumbre de dormir por la tarde.
Cuando son pequeños si pierden la costumbre de descansar a la tarde seguramente transcurra el día se pondrán más irritables o fastidiosos o se quedarán dormidos al atardecer, provocando que a la noche no quieran dormir.
Después del mediodía seguramente los niños no tendrán ganas de dormir sino que disfrutarán más seguir jugando, pero descansar un rato será muy bueno. Los niños deben tener rutinas, deben tener horarios y actividades constantes. Sabemos que no podemos pedirle que duerman la siesta durante el fin de semana si durante la semana no lo hacen, las rutinas se deben mantener todos los días (salvo que haya una excepción ese día) ya que aun no tienen la capacidad de diferenciar los distintos días de la semana.
Después del mediodía seguramente los niños no tendrán ganas de dormir sino que disfrutarán más seguir jugando.
Si no quiere dormir la siesta pero se muestra activo y feliz todo el día y, por la noche, duerme la cantidad de horas suficientes, no habrá problema con que no duerma la siesta, pero lo ideal sería un pequeño descanso para dividir las actividades del día.
Una buena medida es no dejarlos dormir la siesta pasada la media tarde, así no interferirá con el sueño nocturno. El momento ideal será después de comer, cuando el organismo está más preparado para el sueño. Lo importante es organizarse bien en un horario cercano a ese momento.
Es necesario planificar el resto del día pensando también en el horario de la siesta. En ese momento se podrán usar elementos o juguetes que el niño pueda vincular con el sueño, como ofrecerle su muñeco preferido, leerles un cuento o dejar que disfruten de una música suave y relajante. En esta rutina se buscará que todos los días, dentro de un mismo horario, se realicen las mismas acciones así el pequeño las vincularán con el sueño.
No será necesario que el niño se coloque su pijama y se meta en la cama, bastará con que vincule ese momento con el momento de descanso.
Recuerda no imponerle de manera inflexible la obligación de irse a acostar, si lo toma como algo obligatorio y estresante no querrá hacerlo. Lo bueno es orientarlo para que el niño vaya tomando conciencia que es algo bueno y positivo para ellos.
Otro punto que se debe tener en cuenta es que no podemos pasar de una actividad súper enérgica a la siesta, si lo hacemos seguramente no lograremos que se puedan relajar, lo ideal será ayudarlos a ir realizando actividades más relajadas hasta llegar a la hora del descanso.
Vía | Psicología y crianza
Foto | Pixabay – EME
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