La inteligencia emocional en los niños
muestran que el éxito de una persona no se determina por su grado de inteligencia intelectual sino por su coeficiente emocional.
Es decir, por la capacidad que tiene de comprenderse a sí mismo, de analizar sus sentimientos y sus pensamientos, de mostrar empatía con el otro…. En definitiva, un niño será feliz cuando tenga unas habilidades sociales óptimas que le permiten estrechar lazos con los demás y comunicarse de forma asertiva.
La inteligencia emocional está directamente vinculada con la felicidad. Obtener una buena nota en un examen produce una satisfacción momentánea y puntual, sin embargo, la verdadera alegría llega en los juegos con los compañeros, en las aventuras infantiles que permanecen en la memoria en la edad adulta, en las celebraciones familiares… El poder de la inteligencia emocional es tan fuerte que incluso en las empresas los directivos reciben formación sobre comunicación interpersonal o coaching porque en el fondo lo que determina el éxito de cualquier profesión es la capacidad que tiene una persona de relacionarse con otras de manera positiva.
Las notas de un examen en la edad infantil sólo aportan un dato en base a resultados de un momento puntual. Pero no dicen nada del futuro profesional de ese niño. Existen cantidad de casos de personas brillantes en la unviersidad que no destacaban especialmente cuando estaban en el colegio. Sin embargo, la inteligencia emocional es fundamental no sólo en la infancia sino toda la vida. Un dato que los padres deben tener en cuenta para enfrentarse al reto de educar con esperanza.
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