Higiene y paciencia en los padres
Todos hemos pasado por esa etapa donde empiezan a adquirir hábitos de higiene, pero en el afán de hacerlos hacen todo al revés.
Al principio suelen dormir algunas noches con el pantalón del pijama del otro lado. Pero como vimos que les costó tanto esfuerzo ponérselos que decirles que se los saque podría ser contraproducente. Así que lo miramos, sonreímos y se los dejamos al revés, lo importante es que él ya ganó confianza.
Otra cosa que solemos ver es que después se irse a limpiar sus manos no ha conseguido su objetivo de la mejor manera. Todo depende del momento de aprendizaje en el que se encuentre. A veces solo evaluamos su algo está mal o bien en función del resultado. Pero para que el niño aprenda no podemos seguir un único camino, porque seguramente las 10, 20 o 30 primeras veces lo hará mal, imperfecto, incompleto y aun así necesita refuerzos positivos. Por eso debemos concentrar nuestra atención en el nuevo pasito que ha podido par y celebremos.
No bastará hacer como que él lo hace. Tiene que hacerlo él. Es posible que necesite nuestro apoyo en algún momento pero es importante que no aprovechemos la oportunidad para tomar las riendas y terminar nosotras la jugada, ya que él también debe experimentar, desde el comienzo al final.
La higiene, como cualquier hábito no se aprende en solo dos días. Requiere repetición, repetición, repetición hasta que el esquema sea integrado y el niño vaya a lavarse las manos después de haber estado jugando con la pelota en la plaza sin necesidad de que nadie se lo diga.
Sobre todo al principio y si queremos que de verdad integre el hábito la premisa no es tanto ‘rápido, a lavarse las manos!’ sino que seria mejor ‘como vamos a lavarnos las manos’. Hay que tener paciencia. Todas sabemos que si los ayudamos nosotras terminamos el tema en unos pocos segundos, pero no es de esta forma que estaremos infundiendo confianza en sí mismos.
Vía | Ser Padres Hoy
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