Las etapas de la vida
. Una afirmación que me parece curiosa puesto que a nivel emocional es un sÃntoma negativo quedarse estancado en el pasado e idealizar el ayer. El paso del tiempo, es una oportunidad para el crecimiento interior y el aprendizaje propio de la experiencia. En la madurez, una persona se conoce más y mejor a sà misma que en la infancia. Un autoconocimiento que es clave para alcanzar la aceptación que fundamenta la felicidad.
La infancia es un periodo de la vida que puede ser muy positivo. Sin embargo, también otros periodos de vida tan opuestos como la vejez pueden ser vividos con máximo gozo. Al menos, este es el mensaje que cada dÃa me transmiten mis alumnos de inteligencia emocional en la Universidad para Mayores Francisco Ynduráin. El peligro de idealizar la infancia reside en el temor a envejecer o en el deseo de ser eternamente joven. Con los años se pierde perfección estética, atractivo y belleza, sin embargo, se puede ganar sabidurÃa y serenidad espiritual.
Los recuerdos de la infancia tienen un simbolismo especial porque implican el principio de un camino que se convierte en toda una aventura: la vida. Un camino que precisamente durante la infancia a veces resulta más difÃcil por la indefensión que siente el niño para hacer frente por sà mismo a ciertas situaciones. Los niños de hoy serán los adultos del mañana: una promesa de futuro basada en una apuesta de presente que afecta a las nuevas generaciones.
Las etapas de la vida se suceden ininterrumpidamente igual que las estaciones del calendario. La infancia simboliza, tal vez, el verano de la vida, y la vejez, en cierto modo, la decadencia del invierno por la proximidad de la muerte. Sin embargo, es posible ser feliz en cada momento vital más allá de las circunstancias. A pesar de las diferencias, tanto la vejez como la infancia tienen una similitud: los mayores y los más pequeños deben ser defendidos y cuidados hasta el extremo respetando sus derechos.
Foto| Pelirrojos