Reflexión sobre el caso del niño con difteria: la vacunación como derecho infantil
En el caso del niño de Olot ingresado en un hospital por difteria, la primera reflexión que me hago es la siguiente: ‘hay un porcentaje muy pequeño de padres que deciden no vacunar según el calendario vacunal vigente’; ante este supuesto derecho percibido, se debería tener en cuenta prioritariamente ‘el DERECHO de cualquier niño a ser vacunado’. Quiero decir que una cosa son los derechos que los padres pretendemos tener, y otra son los que los niños como ciudadanos atesoran, y nos referiríamos concretamente a la protección de la salud.
La noticia ha corrido como la pólvora, y probablemente a estas alturas estéis más que informados, pero desde el blog también queremos aportar nuestro granito de arena. Fue hace una semana cuando la Agencia de Salud Pública de Cataluña recibía la notificación de un posible caso de difteria en un niño de seis años, no vacunado; aunque los síntomas se empezaron a manifestar cinco días antes. Se trata de una enfermedad infecciosa que aunque es endémica en áreas en desarrollo de otros continentes, no ‘veíamos’ por Europa desde la última gran epidemia que se produjo en las década de los 90, y en los países de la antigua Unión Soviética. El anterior caso registrado en España se produjo en 1986.
Hace dos días, el doctor Trilla, del hospital Clínico de Barcelona, recordaba que es innecesario caer en el alarmismo, porque la mayoría de la población es inmune
Sin embargo, para ser contagiado por la bacteria causante (Corynebacterium diphteriae), se debe haber estado en contacto con algún portador que podría (digo ‘podría’) haber sido asintomático. Coincido con la declaración anterior, puesto que de nada sirve que ahora hagamos especulaciones sobre las consecuencias para la población en general, ya que las autoridades sanitarias ya se pusieron en marcha para aislar al entorno del niño, y más teniendo en cuenta que había estado de colonias, conviviendo estrechamente con otros pequeños.
La cuestión es que, con convivencia o no, para transmitir la difteria son suficientes (como apunta la pediatra Amalia Arce), las microgotitas que emite la faringe al hablar o estornudar.
Difteria: esa enfermedad que teníamos olvidada
Desde la AEPED, confirman que se transmite por vía respiratoria y produce fiebre, dolor intenso de garganta, y dificultad para respirar por obstrucción grave de la vía aérea superior; la consecuencia más grave es la asfixia y muerte. Y si es agresiva de esa forma tan localizada, es importante saber que la bacteria causante, es capaz de liberar una toxina capaz de actuar en órganos vitales del organismo. El tratamiento consistiría en antibióticos, suero antitoxina, soporte respiratorio (traqueotomía, incubación endotraqueal); y precisamente el Ministerio de Sanidad ha debido hacer varias gestiones internacionales para conseguir una anti toxina en buenas condiciones (al ser una enfermedad erradicada en Occidente, no ha resultado fácil), que empezó a llegar desde Moscú el día 31 de mayo.
La vacuna para prevenir difteria se administra a los 2, a los 4 y a los 6 meses incluida en una hexavalente, también a los 18 meses, y entre los 4 y los 6 años; además de como parte de la vacuna del tétanos del adulto. Se considera que aunque mayor a partir de los cinco años, la letalidad está en torno al 5 / 10 por ciento.
Al principio de este post he lanzado dos reflexiones, en cuanto al derecho de los niños a la protección de salud, y refiriéndome a la capacidad que debemos tener de no alarmarnos. Ahora quería finalizar también con un pensamiento: es normal que cuando nos encontramos con una noticia de este tipo, nos sintamos angustiados por el niño (especialmente si somos padres o trabajamos con la infancia). Es lógico que si nos planteamos la cuestión, queramos pensar en la responsabilidad que como individuos viviendo en colectividad tenemos. Aún así, tras haber leído muchos comentarios al respecto, creo que también es necesario establecer unos límites, porque los padres del niño afectado, ya deben tener bastante con lo que se les ha venido encima, pienso que aunque nadie opinara (y no es así) ya se ha creado una especie de estigma.
En cualquier caso se puede hablar de una decisión errónea, basada en haber tenido información incompleta o sesgada previamente. Mi postura al respecto es la de ‘no hacer leña del árbol caído’ al menos a nivel de percepción, y que este terrible suceso nos sirva a todos para aprender. Por supuesto, deseo que el niño evolucione favorablemente, y que no le queden secuelas.
Fotos | Flickr-Teddy Kwok , Flickr-Apotek Hjartat
Más información | AEPED